Ada Colau y las paradas de taxis


Ada Colau tiene una cierta tendencia natural hacia el autoritarismo. Ahora le ha dado porque no quiere que la gente tome taxis por la calle. Se conoce que le molesta tanto coche negro y amarillo dando vueltas en busca de clientes y lo va a prohibir. ¿Qué? ¿Pasa algo? Ojo no acabe prohibiendo los pinchos de tortilla.

Lo explica Luis Benvenuty en el diario de Godó, que ahora está por el respeto a la ley en una Cataluña moderna dentro de una España plural en el seno de la Europa de todos y al frente de la Sociedad de Naciones, tal fue su discurso del otro día. A lo de los taxis: "Unos se plantan en mitad de la calzada todos decididos, con dos dedos en la boca, y luego de soltar un agudo silbido gritan con autoridad ¡taxi! Otros ciudadanos, en cambio, no se bajan de la acera, quedan medio ocultos tras una papelera, apenas levantan la mano por encima del hombro, con tanta timidez que algún conductor somnoliento siempre pasa de largo sin darse cuenta. Y entre unos y otros hay múltiples variables y modificaciones. Unos atisban una pequeña luz verde en el horizonte urbano y corren con todas sus fuerzas, cruzan semáforos en rojo,esquivan coches, peatones y elementos del mobiliario urbano para lanzar un exabrupto cuando el vehículo amarillo y negro dobla ya, inalcanzable, la esquina; mientras que otros, como si mostrar interés, urgencia o apremio les restara dignidad y señorío, prefieren quedarse en el mismo. Pues todos estos gestos están condenados a desaparecer, igual que desaparecieron aquellos gritos acompañados de palmas que en mitad de la noche llamaban al sereno y despertaban a medio vecindario.

 El Ayuntamiento quiere desterrar de la urbe y en verdad de toda el área metropolitana la arraigada costumbre ciudadana de parar los taxis en mitad de la calle. Porque, argumenta, es antiecológica, contaminante, insostenible, arcaica... No hace otra cosa que enrarecer el tráfico y espesar el aire. De manera que el Consistorio y el Institut Metropolità del Taxi (Imet) están barruntando el germen de un plan para llenar Barcelona de pequeñas paradas de taxis".Igual que en Logroño, que para tomar un taxi había que patear media ciudad y ya puestos se llegaba antes a pie.

Colau está tirando su prestigio a manos llenas, igual que la concejala Gala Pin, que abrevió una reunión con los vecinos del Raval (amedrentados por las cuatro bandas que controlan la prostitución en el Raval) porque se tenía que ir a jugar al baloncesto. Así se las gastan en Can Colau, lo que antes era el Ayuntamiento de Barcelona.


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