Crónica de una ruina



Se dice que los ciudadanos aprietan el bolsillo en tiempos de recesión. Todos los sectores está sufriendo caídas, la bolsa está afectada, con alta volatilidad y tarda en repuntar, la prima de riesgo se comporta como una montaña rusa, hay despidos en las empresas y caos económico con la caída de las ventas, y los ciudadanos desvían sus ingresos únicamente a artículos de primera necesidad. La difícil situación actual en España, al contrario de lo que mucha gente piensa, no es del todo una crisis inmobiliaria, es más bien una crisis financiera (aunque lo inmobiliario está siempre muy ligado a lo financiero), crisis que se detectó primero en EE.UU, con la quiebra de dos de sus principales bancos, y que luego llegó a toda Europa y resto del mundo occidental que necesitó la intervención de los gobiernos con inyecciones de capital público y rescates a la banca afectada y con una dramática crisis de liquidez. 
Durante los tiempos de la bonanza, la gran rentabilidad de la Banca venia determinada por la capacidad en que los bancos y cajas tenían de generar créditos hipotecarios en España, donde un banco con 800 oficinas, podía generar un flujo de 1.000 hipotecas diarias de importe medio de unos 200.000 euros, lo que suponía vender cada día 200.000.000 millones de euros en hipotecas, que al 1% de precio de venta, suponia 2.000.000 millones de euros diarios. Si pensamos que en España en los últimos años de la bonanza hemos estado entre 5 y 8 años a un ritmo frenético de concesión de hipotecas, un banco podía ganar en un año a razón de 220 días laborales, 440 millones de euros y encima había vendido el riesgo, puesto que el dinero realmente venía del interbancario y no de sus propios recursos en un porcentaje muy importante. 
 El problema se agravaba cuando todo este ritmo frenético, se basaba en un precio bajo del dinero como pasó antes en EE.UU., que llegó a estar por debajo del 1% y como también ha pasado en España con los bajos tipos de interés iniciados por la era Aznar y que fueron el origen de la burbuja inmobiliaria. Esta situación había dado lugar a que un número muy importante de personas y empresas, se atrevieran a comprar viviendas y otras propiedades, lo que reactivó de forma muy desmesurada y con efecto de burbuja cada vez mayor, el sector inmobiliario que cada día necesitaba más producto, para atender a la oferta que desbordaba sus previsiones. Esto generaba un efecto de plusvalías adelantadas, puesto que se consideraba que lo que es hoy un terreno, lo venderemos pensando en el valor incrementado que tendrá cuando esté terminado dentro de dos o tres años, por lo que el efecto especulación, ocultaba el valor real de las cosas en su justo precio.
Este efecto especulativo había provocado que las economías familiares, vieran la inversión inmobiliaria como un sector refugio, de mayor rentabilidad que los productos convencionales, ya que el dinero no era bastante remunerado en las entidades financieras, con lo cual hubo una gran fiebre inversora en el sector del ladrillo, que recalentó excesivamente la economía española haciéndola marchar a todo trapo, de la que se beneficiaban mucho las distintas administraciones públicas, siempre hambrientas de esa insaciable codicia recaudatoria, ya que ingresaban muchísimo dinero con las distintas tasas derivadas de esa actividad económica tan sobrecalentada, con la que incluso tuvieron que importar millones de inmigrantes, siendo el primer país del mundo que más inmigrantes acogía por cápita. Tanto era el dinero que el Estado recaudaba, que, por citar un par de ejemplos de los más conocidos, el eufórico Zapatero regalaba 2500 euros (hoy en día toda una fortuna para cualquier español que sufre las penurias de la crisis y el paro) a cualquier mujer que pariera un bebé en España, fuera nacional o extranjera, y tenía como proyecto regalar un ordenador portátil a todos los escolares que fuera el orgullo del zapaterismo, que eso último al final se hubo de ir al traste cuando al estallar de repente la crisis y multiplicarse el desempleo, la recaudación pública bajó bruscamente, empezando a dejar al país dramáticamente endeudado y sin apenas suficientes fuentes de ingresos. 
Por entonces, mientras se iba hinchando la burbuja inmobiliaria, al solicitar los clientes la liquidación de sus planes de ahorros para comprar inmuebles que les proporcionaran más beneficios, las entidades financieras empezaron a perder sus saldos pasivos, teniendo que acudir cada vez más al interbancario el dinero que necesitaban para atender la demanda de hipotecas y demás créditos, es decir, solicitar préstamos a otros bancos, sobretodo bancos extranjeros. Pensemos que gran parte de la población activa, había estado en una euforia de compra sin miedo, puesto que los bancos, sin demasiadas exigencias, ofrecían financiación de más del 100% del valor de los inmuebles, e incluso al 120% era cosa bastante habitual, cuando en principio se financiaba por el 80% del valor del inmueble, naturalmente a un precio muy asequible por el bajo precio del dinero, sin pensar nadie en la situación que se crearía si el precio del dinero subiera por cualquier circunstancia. En definitiva, consecuencia del sobrecalentamiento económico, las familias y las empresas se habían endeudado o habían agotado sus recursos económicos en unas inversiones que dejaban de ser soportables, por la repentina subida del precio del dinero, que se duplica en un año, tal como se dio el caso. 
Solo hemos de imaginar, que estos inversores llevaban toda una vida poniendo en manos de los bancos y a través del interbancario, su dinero, acostumbrados a que siempre les proporcionaran beneficios y con la máxima seguridad en la típica libreta a plazo de siempre, ahora se habían sentido engañados, pidiendo responsabilidades y como fuerza de presión habían intentado retirar su dinero del mercado interbancario en gran masa sin que nadie se de cuenta, hasta que alguien les de una solución. Pero mientras les solucionaban el problema de la morosidad y del aseguramiento del valor, el mundo financiero se había quedado sin su mejor juguete, el interbancario, que es de donde sacaba el dinero que no tenía en caja, debido al exceso de créditos concedidos, teniendo ahora que financiar con su propio dinero, al no encontrarlo en el interbancario. Por eso habíamos visto en los últimos meses previos a la crisis, que muchas entidades financieras habían vendido sus mejores activos de negocios para poder obtener plusvalías y hacerlas efectivas, consiguiendo así recursos dinerarios para atender la avalancha de impagados y nuevas financiaciones, pues el negocio bancario se ralentiza pero no se puede parar.
Todas estas circunstancias estaban dejando su huella no solo en EE.UU. y España, pues Reino Unido y Alemania ya tenían serios problemas en sus economías como efecto directo, no descartando que otros muchos países se sumaran con el mismo problema como efecto dominó. Esa falta de liquidez en el mercado interbancario llevó a los propios bancos y cajas de ahorros a buscarse sus propios recursos monetarios, y de ahí empezó a emerger ese producto que llamaron “preferentes”, que hicieron creer que era como algo parecido a una libreta a plazo fijo, con las mismas condiciones que estás, pero eso sí, prometiendo unos tipos de interés muchísimos más altos (con gran diferencia) a los que daban en relación a las típicas libretas de ahorro a plazo fijo. Claro, los ahorradores tradicionales, se confundieron al pensar que era como una libreta a plazo fijo, pero que daban intereses más altos por los ahorros, pero sin explicárselo bien, ni leerse la letra pequeña que especificaba que aquello podía ser un producto del tipo capital-riesgo.
De esta manera, el dinero de las preferentes va para financiar proyectos inmobiliarios y otros préstamos de empresa, que al estallido de la burbuja financiera-inmobiaria, que se produce cuando en América alguien se da cuenta de que los recursos del interbancario ya se han secado completamente, y que ya no hay terceros bancos en quien fiarse por haberse quedado también insolventes, ya que ni esos mismos disponen de suficiente liquidez con la que responder en el interbancario. Con lo cual con la paralización de las obras por la repentina falta de financiación de las mismas, el cierre brusco de empresas, el aumento del paro, la caída del consumo, así como la caída brusca de los precios de la vivienda que ya no logran venderse ni a la mitad de precio, hace que parte del dinero de las preferentes que retienen los especuladores huyan hacía los paraísos fiscales más seguros, y la mayor parte del capital de esas preferentes ya metidos en inmuebles que ya no valen ni la mitad de hace 6 años, y en créditos de morosos repentinos que no van a poder devolverse, termina por esfumarse, al estar contaminado de todo esto (pasan a ser activos tóxicos), y de este modo el dinero de las preferentes, que se había colocado en inversiones arriesgadas, pierde su valor y se esfuma, con todo lo que supone de estafa para quienes adquirieron preferentes, pensando que simplemente se trataba de cómo una libreta a plazo fijo, pero que estaba muchísimo mejor remunerada en intereses. 
¿Los culpables de todo esto?. En primer lugar el presidente del gobierno, el presidente de la CNMV (Comisión Nacional del Mercado de Valores), el gobernador del Banco de España, y presidentes y demás los miembros de los consejos de administración de bancos y cajas compuestos especialmente por políticos que muy poco entendían sobre profesionalización bancaria. Todos ellos no miraron para lo que estaban: para velar por las buenas prácticas bancarias y la defensa prioritaria de los intereses del consumidor, y dejaron la situación sin controlar ni prever, ya que una economía sobrecalentada en la que fluía el crédito en abundancia, les iba muy bien para satisfacer su insaciable codicia recaudatoria. La fiesta se acabó, vino la resaca, y se impuso la dura y cruda realidad: no había liquidez en los bancos y cajas, por lo que la casta política en su conjunto, muy vinculada con la banca deciden socializar las pérdidas e inyectar dinero público de los impuestos para salvar y rescatar bancos y cajas; el país se endeuda como nunca pudo imaginarse, y consecuencia de ello suben los impuestos y se aplican recortes por todos los lados de los servicios públicos, al mismo tiempo que millones de personas son arrojadas al paro (con lo que dejan de pagar impuestos y cotizaciones, aparte de no crear riqueza ni contribuir al crecimiento, y además de suponer más gasto para el Estado en concepto de ayudas por desempleo). Y así fue como se esfumó el dinero de las preferentes, que nadie podrá devolver, y al mismo tiempo acusa malestar el conjunto de la sociedad española, tanto por la falta de trabajo y la mala marcha de los negocios, como por la asfixiante, brusca y brutal subida de impuestos en muy poco tiempo, así como el exagerado encarecimiento de muchos productos básicos. La responsabilidad, naturalmente es política, pero…¿qué político responderá y devolverá los ahorros a los afectados por preferentes, y será puesto en la cárcel como castigo por su irresponsabilidad? 
La cruda realidad ha sido que hasta la fecha. los dueños de preferentes de Bankia ya han llegado a perder aproximadamente un 75% con las nuevas acciones, tras la quita del 38% que habían sufrido con el canje de preferentes por acciones y el desplome en un 60% de las acciones de la entidad. Así, por ejemplo, un cliente con una inversión de 10.000 € en preferentes de Bankia recibió el equivalente a 6.200 € en las nuevas acciones (emitidas a 1,35 €). Sin embargo, al desplomarse su cotización a 0,57 euros, casi poco más de 60% menos, su inversión en este momento vale unos 2.480 €, por lo que si decidiera vender mañana a primera hora,  dichas acciones ya habrán perdido unos 7.520 €, poco más del 75% de lo que había invertido en preferentes, y esto es lo injusto y lo inadmisible, tal como manifestó la actual Defensora del Pueblo, Soledad Becerril. 
Como mucho, si de verdad se exigieran responsabilidades a los verdaderos culpables: políticos y gerentes de bancos y cajas, se les tendría que embargar todo, subastar todo su patrimonio, y todo lo que consigan recaudar, repartirlo entre los ahorradores afectados por esa estafa de las preferentes. Y aún no habría bastante para cubrir, ni apenas una mínima parte. Pero esto es España, y hasta el momento apenas no se ha metido a ningún político en la cárcel, y los estafados, ya se pueden olvidar de todo esto, puesto que es un dinero que ya nunca volverán a recuperar. La casta política en España, se acostumbran a taparse los unos a los otros, y el colectivo judicial tiene mucha complicidad con la casta política, de modo que nada puede esperarse. Y eso de que el anterior presidente José Luís Rodríguez Zapatero dijera que teníamos el sistema bancario más saneado y sólido de todo el mundo, y sus subordinados de la CNMV y del Banco de España, no hicieron absolutamente nada para frenar la especulación inmobiliaria y el excesivo sobrecalentamiento de la economía española, cuyas consecuencias ahora sufrimos. Esos, desde luego, que son los que tenían que velar por los intereses de os ahorradores, son los verdaderos culpables de la estafa de las preferentes, pero nadie va a querer asumir responsabilidades, amparándose en aquello de “hecha la ley, hecha la trampa”, con lo que tendrán docenas de posibilidades de eludir cualquier ley que les exija responsabilidades para depurar. Y así nos ha ido.  

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